Catalina de Aragón


Catalina de Aragón; (Alcalá de Henares; 16 de diciembre de 1485 - Kimbolton, Inglaterra; 7 de enero de 1536); fue Reina consorte de Inglaterra como la única esposa de Enrique VIII de Inglaterra, según los católicos contemporáneos, y como la primera en una lista de un total de seis esposas para los fieles a la causa real. Enrique anuló el matrimonio, de 24 años de duración, por sus pretensiones con una cortesana de Doña Catalina, Ana Bolena, y por la incapacidad de la Reina para engendrar un hijo varón.

Infanta de Aragón y Castilla

Nacida en la ciudad de Alcalá de Henares, el 16 de diciembre de 1485, como la menor de las hijas del rey Fernando II de Aragón y de la reina Isabel I de Castilla y, como tataranieta del rey Eduardo III de Inglaterra y, como prima en cuarto grado tanto del rey Enrique VII y la reina Isabel de York. Recibió una esmerada educación apegada al catolicismo digna de una futura reina, aprendiendo lenguas romance de la península ibérica, francés, flamenco, inglés y, por supuesto, latín además de artes como la danza y la música.

Princesa de Gales

Siguiendo la política de los Reyes Católicos de aislar a Francia, fue prometida en matrimonio el 26 de marzo de 1489 con el príncipe Arturo de Gales, primogénito de Enrique VII de Inglaterra, en el llamado tratado de Medina del Campo. El 17 de agosto de 1501 el barco de la Infanta leva anclas desde La Coruña hacia Inglaterra, pero en el golfo de Vizcaya se desarboló al barco, por lo que debieron fondear en el puerto de Laredo para iniciar nuevamente el viaje el 27 de septiembre del mismo año.

Tras un mes de navegación Doña Catalina llegaba al puerto de Plymouth, donde fue recibida por el obispo de Bath, en representación del príncipe. El 14 de noviembre es desposada por el desconocido, joven y enfermizo príncipe de Gales en la Catedral de San Pablo, Londres.

Como príncipe de Gales, Arturo fue enviado al castillo de Ludlow en Shropshire para presidir al consejo de Gales y fue acompañado por la ahora princesa de Gales. Unos pocos meses después, el 2 de abril de 1502, el joven moría dejando a una princesa viuda.

Los intereses de ambas coronas, la pérdida de una cuantiosísima dote por parte de los españoles y la pérdida de un fiel y cada vez más poderoso aliado por parte de los ingleses, llevaron a negociar el matrimonio de la viuda con el siguiente en la línea de sucesión, el príncipe Enrique, hermano del difunto. La princesa viuda testificó que debido a la juventud y carácter enfermizo del príncipe el matrimonio no había sido consumado, hecho que fue certificado con una dispensa del Papa Julio II para que el matrimonio fuera posible.

Reina consorte de Inglaterra

Con el rey Enrique VII murieron las pretensiones de casamiento con la joven viuda y hermana de Doña Catalina, Doña Juana I de Castilla, el 21 de abril de 1509. Asumió entonces el reinado su hijo Enrique, como Enrique VIII de Inglaterra, de la reciente dinastía Tudor, y dos meses más tarde, el 11 de junio, en la capilla Grey Friars, Doña Catalina es nuevamente desposada tras una larga, solitaria y llena de incertidumbre espera de 7 años. Seguido a éste hecho es coronada como Reina, el 24 de junio de 1509. Tanto como Princesa de Gales cuanto como Reina, Catalina fue extremadamente popular entre sus súbditos. Ella gobernó la nación como regente, mientras Enrique invadía Francia en 1513.

Fue un matrimonio feliz para ambos pero con infidelidades por parte de él, durante 18 años, hasta que el rey comenzó a preocuparse seriamente ante la necesidad de un heredero varón y el fin de la fertilidad de la reina. Su primer hijo nació en 1510 y murió tras el alumbramiento. Tan solo 5 meses después la reina volvió a quedar embarazada de un niño, nació el 1 de enero de 1511 y fue bautizado como Enrique, Príncipe de Gales y Duque de Cornwall. Moriría tan sólo 52 días después de su nacimiento. Doña Catalina tuvo luego un aborto, seguido de otro niño nacido muerto el día anterior a San Carlos. El 18 de febrero de 1516 en el palacio de Placencia en Greenwich, Londres, Doña Catalina dio a luz a una hija llamada María, que luego sería la reina María I de Inglaterra e Irlanda. Tuvo luego otro aborto en 1518. El nacimiento de un varón se hacía esencial para Don Enrique.

La dinastía Tudor era nueva, y su legitimidad estaba aún en entredicho. Ninguna reina había gobernado nunca exitosamente en Inglaterra en su propio derecho. Los desastres de la Guerra de las dos rosas (1455-1485) se encontraban aún vivos en la memoria colectiva.

En 1520, el poderoso sobrino de Catalina, Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y rey de España, visitó Inglaterra junto a su madre, y la reina comenzó rápidamente con la política de ganar tanto su alianza como la de Francia. Inmediatamente después de la partida del emperador, el 31 de mayo de 1520, la reina acompañó al rey a Francia, para una visita a Francisco I, recordándose el encuentro (por el esplendor de la ocasión) como el campo de la tela de oro. Sin embargo, dentro de dos años se declaró la guerra contra Francia y nuevamente el emperador fue recibido en Inglaterra, entre otros asuntos, para hacer planes sobre el matrimonio de la princesa María.

El rey, enamorado de Ana Bolena, solicitó el divorcio a las autoridades eclesiásticas (1527) con el pretexto de la ilicitud del matrimonio celebrado entre cuñados. La actitud inicialmente favorable del Papa Clemente VII se modificó ante la negativa de Catalina y las presiones del emperador Carlos V, poco dispuesto a ver comprometida su estrategia.

En plena efervescencia protestante, la cuestión se convirtió en una viva polémica sobre la primacía papal en la que participaron teólogos y hombres de letras. Por último, Enrique rompió definitivamente con Catalina (1531) y se casó con Ana Bolena, ya embarazada de la futura reina Isabel I. El arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer, anuló el matrimonio del rey con Catalina (1533), éste se separó de la obediencia a la Iglesia Católica de Roma (1534) y se hizo reconocer como jefe supremo de la nueva Iglesia de Inglaterra.

Catalina fue confinada en el castillo de Kimbolton, donde murió el 7 de enero de 1536. Aunque nunca renunció al título real, fue enterrada en la abadía de Peterborough con un funeral propio de Princesa Viuda en vez de reina. Las ciudades de Peterborough y Alcalá de Henares (su lugar de nacimiento) son hoy ciudades hermanas.